Los historiadores económicos de
comienzos del siglo XX ampliaron los límites de la Revolución Industrial y
consideraron que las alteraciones económicas (no sólo las industriales) que
transformaron a las sociedades europeas y extraeuropeas en los siglos XVIII y
XIX estuvieron relacionados con las transformaciones políticas, sociales,
jurídicas, etc.; y más aún, consideraron que los cambios en las ideas tienen
tanta importancia como los experimentados en los hechos.
En líneas generales, resulta sorprendente el
poco interés de los economistas (tanto los historiadores como los teóricos) en
elaborar una definición aceptable de "revolución industrial" que
aclare no sólo sus características económicas, sino que también establezca sus
límites cronológicos, las variaciones de la producción y el consumo.
La Revolución
Industrial es una etapa del crecimiento económico; la etapa inicial en la cual se
superan todos los obstáculos y resistencias contrarias a un crecimiento
permanente y autosostenido.
Se convirtió en la gran línea de división entre los países
ricos y los países pobres; los nuevos análisis sistemáticos del fenómeno se
inspiran en el deseo de descubrir un posible secreto o llave mágica que nos
permita resolver el problema del subdesarrollo y ascender al envidiable nivel
de países desarrollados.
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