domingo, 11 de septiembre de 2016

Orígenes de la expresión "Revolución Industrial".



No se conoce con certeza el nombre del inventor de la expresión, pero se han rastreado las primeras apariciones escritas de la misma.

Aparece en Francia en 1815, en los Annales des Arts et Manufactures (t. 56, abril-junio de 1815); en el Moniteur Universel (17 de agosto de 1827) y en el Moniteur Industriel (22 de junio de 1829); Adolph Blanqui en su Ensayo sobre el Progreso de la Civilización Industrial de 1828 y en su Historia de la Economía Política en Europa (París. 1837); Natalis Briavoine en su obra De la industria en Bélgica (1839); EBuret en su obra premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas De la miseria de las clases laborales en Inglaterra y en Francia (París 1840). 

En Inglaterra, donde nació la Revolución Industrial, el término tuvo éxito. John Stuart Mill en 1848 la utiliza en sus Principios de Economía Política, pero quien va a popularizarla es Arnold Toynbee (1884) en sus Conferencias sobre la Revolución industrial en Inglaterra. También utilizaron el término en ese mismo año Thorald Rogers en  su Historia del Trabajo Inglés y en 1901, aparece la obra del norteamericano Charles A. Beard La Revolución industrial.

Para 1906 el francés Paul Mantoux escribe su Revolución industrial del siglo XVIII, la cual se convertirá en una obra clásica que sigue siendo utilizada en algunas universidades y la expresión "Revolución Industrial", se populariza definitivamente con una aceptación casi universal; sin embargo existe un vacío en la publicación de libros con ese título hasta la posguerra de 1945, en 1948 apareció el breve  trabajo de T. 5. Ashton La Revolución Industrial 1760-1830 cuyo éxito llega hasta nuestros días.

Objeciones y debates sobre esa expresión.

Alfred Marshall lidera al grupo de objetantes y en su más importante obra Principios de Economía Política de 1890, bajo el lema escogido por él Natura non facit saltum definió como el elemento caracterizador de todo el proceso económico al "principio de la continuidad o de las modificaciones graduales”, según el cual, el desarrollo de una determinada economía sólo era inteligible bajo el signo de la gradualidad, y, por lo tanto, producto de una larga evolución.

El más inmediato seguidor  fue John H. Clapham, quien en su obra An Economic History of Modern Britain (Cambridge, 1926) no llega a utilizar ni una sola vez la expresión "revolución Industrial"; lo repite Lewis Mumford en su Técnica y Civilización (Madrid, 1971) quien también se niega a utilizar la tantas veces mencionada expresión.

Otros historiadores económicos atenúan esta posición tan poco flexible; entre los más conocidos están T. S. Ashton, A. Bírnie, S. Clough, Jurgen Kúczynski, etc.
T. S. Ashton se expresa así:

La exactitud del título Revolución Industrial… es ampliamente discutible. Los cambios no fueron propiamente “industriales”, sino también sociales e intelectuales.  Por otra parte, el término “revolución” implica un cambio repentino que no es, en realidad, característico de los procesos económicos.  El sistema de relación entre los hombres que ha sido llamado capitalismo se originó mucho antes de 1760 y alcanzó su pleno desarrollo mucho después de 1830; existe por consiguiente el peligro de ignorar el factor inicial de continuidad.  Pero en vista de que el término “Revolución Industrial” ha sido empleado por muchos historiadores y plenamente adoptado dentro del lenguaje común, sería pedantesco tratar de sustituirlo. [1]

Los autores que comparten la posición de T. S. Ashton aceptan la expresión revolución Industrial debido a que ya forma parte del lenguaje común pero siguen considerando que es preferible hablar de evolución acelerada en lugar de revolución y que el calificativo de Industrial minimiza los cambios a una sola fase de las actividades económicas y omite los cambios paraeconómicos.

Algunos autores marxistas rechazan, en forma airada, esas objeciones y así la expresa F. Y. Polianski:

Los historiadores burgueses pretenden demostrar que la revolución (industrial) no fue súbita y violenta sino tan solo "una fase de larga evolución"... Poseídos de un  miedo cerval ante la revolución proletaria, niegan la posibilidad de revoluciones hasta en la historia de La industria fabril, aunque fue precisamente ella la que aceleró la victoria del capitalismo. [2]

Esta aseveración no se corresponde con la realidad, el término evolución industrial es de origen "burgués", como lo fueron quienes lo popularizaron (Toynbee y Mantoux), también lo son quienes a pesar de objetarlo lo siguen utilizando; Bírnie, Clough, Deane, etc. (con las notorias excepciones de J. Clapham y L. Mumford). Por otra parte, como dice Polianski en la parte final de la cita transcripta, la Revolución industrial fue una revolución burguesa, para el reforzamiento del capitalismo, como también fueron burguesas las revoluciones de 1649 y 1668 en Inglaterra, la norteamericana de 1776 y la francesa de 1789 para el reforzamiento de la libertad y de la democracia; así los escritores burgueses deben sentirse orgullosos de esas victorias "clasistas", más bien que mostrar hacia ellas ese "miedo cerval" que gratuitamente les endilga el arriba citado profesor F. Y. Polianski.

Resumiendo, aún cuando la expresión "revolución industrial" carezca de una estricta precisión científica, ya esta consolidada por el uso universal de la misma, cambiarla no solo sería pedantesco, como dice Ashton, sino también inoportuno; desde un punto de vista didáctico nos reporta más beneficios que inconvenientes, por lo cual no vacilamos en usarla a lo largo de este trabajo.




Se podría añadir que el término "revolución" no puede tener idéntica dimensión cuando se aplica a fenómenos políticos que cuando se aplica a los económicos: la revolución política (la norteamericana de 1776 o la francesa de 1789) significa una ruptura radical con el pasado en un tiempo relativamente breve, acompañada de violencia o fuertes presiones; en cambio, la Revolución industrial, sí bien implica cambios profundos, estos se realizan en un largo proceso, surgiendo espontáneamente de la práctica económica de satisfacer necesidades en creciente aumento.


También añadiremos que el término "industrial" es escaso y limitativo puesto que si bien los cambios experimentados en la industria (maquinismo-régimen laboral) fueron impresionantes, funcionaron en correlación con los no menos importantes cambios agrarios y comerciales y tuvieron que tener una inmensa relación de causa y efecto recíprocos con las transformaciones políticas, sociales, ideológicas de los siglos XVIII, XIX y XX.
    




[1] .- ASHTON, T. S., La Revolucion Industrial(Breviarios N25 del Fondo de Cultura Económica), México, 1950, Pág. 10.
[2] .- ANDAKOV, POLIANSKI, F. Y. y otros. Historia Económica de los Países Capitalistas. Ed. Grijalbo, México, 1965, Pág. 268.

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