Socialismo utópico
La paternidad del término se atribuye a Jerome Blanqui
en el año de 1839 y, más tarde, fue consolidado por Carlos Marx y Federico Engels en su Manifiesto Comunista. Tiene su origen en la ya mencionada obra de
Tomas Moro, Utopía, escrita en 1516.
Utopía es una palabra que proviene del griego,
compuesta por el prefijo ou, que significa negación y topos, lugar; y significa no lugar.
El término fue acuñado por Engels para designar a los socialistas anteriores al
pensamiento marxista, al cual consideraban científico, en contraposición con
ideas soñadoras de los primeros.
Estos autores parten de una reflexión sobre la realidad
política, económica y social de su entorno y, bajo el espíritu de las ideas de
la Ilustración y la Revolución Francesa, proponen una nueva forma de
organización social basada en la fraternidad. Entre la larga lista de
pensadores que pueden clasificarse como socialistas utópicos podemos señalar
como algunos de los más significativos a los siguientes:
Su pensamiento, de base cristiana, se encuentra en las
obras Catecismo político de los
Industriales, de 1819.
Para él, el individuo debería estar supeditado al bien
colectivo y la felicidad consistiría en el aporte que cada hombre pudiese
realizar en bien de la comunidad; Dividió la sociedad en dos grandes grupos:
los científicos (artistas, inventores, industriales y empresarios) y los
ociosos (terratenientes y nobles).
A continuación podrás leer algunos de sus párrafos:
“Supongamos
que Francia perdiera súbitamente a sus cincuenta primeros médicos, sus
cincuenta primeros químicos, sus cincuenta
primeros fisiólogos, sus cincuenta primeros mecánicos (aquí sigue Saint
Simon enumerando profesiones por cincuentenas); sus cincuenta primeros
banqueros, sus cincuenta primeros albañiles (aquí otra larguísima lista de
cincuentenas) la nación acabaría por ser un cuerpo sin alma.
Admitamos
que Francia conserve todos los hombres de genio que posee, pero que tenga la
desgracia de perder, el mismo día, al señor hermano del rey, al señor Duque de
Angulema, al señor Duque de Berry, al señor Duque de Orléans (nueva lista), y,
además a sus 10.000 propietarios más
ricos, el estado no sufriría ningún daño político”[1]
De este texto entendemos que, lo que verdaderamente es
significativo para una nación, es la cantidad de individuos que puedan aportar
algún tipo de trabajo para la sociedad. El Estado debería organizar la sociedad
en función del bienestar común y esto sólo se lograría con un Estado gobernado
por los científicos o industriales. Entre ellos las decisiones serían
tomadas por los más capacitados.
Su igualitarismo no se contradice con el concepto de la
propiedad privada, pues creía en la bondad de ésta, "a cada quien según su
mérito". Los miembros de una sociedad debían producir de acuerdo a sus
aptitudes, pero la diferencia de la remuneración no debería llegar a crear
clases antagónicas, sino que estaría de acuerdo con una igualdad de oportunidades.
En la obra de Saint Simon El Nuevo Cristianismo se pretende demostrar la necesidad de una
nueva escala de valores y, sobre todo, la elaboración de un nuevo código de
ética basado en la búsqueda del bien común. Según esta teoría los esfuerzos de
la sociedad deberían estar encaminados a favorecer al más numeroso aunque más
débil, el proletariado, el cual constituía la clase que tenía en sus manos el
desarrollo futuro de la sociedad; es una adaptación de la cristiandad basada en
la ciencia.
Estas ideas tuvieron acogida en sus discípulos: Augusto
Comte, Ferdinand de Lesseps, Saint Beuve, Benjamín Buchez, Olinde Rodríguez
y Prosper Enfantin, quienes hicieron de saintsimonismo
una especie de religión, abogaron por la abolición de la propiedad privada,
propusieron la eliminación de los derechos de herencia y la nacionalización de
los capitales.
Sin embargo, la radicalización de estos postulados
significó la disgregación de los diversos grupos y, muchos de ellos, se
convirtieron en prósperos hombres de negocio.
Criticaba duramente el mecanismo de competencia en las
fábricas, él mismo había fracasado en los negocios, y sus consecuencias: la
automatización, la producción a gran escala y la centralización. No se
interesaba por la ciencia y la tecnología y no le agradaban los sansimonianos.
Planteaba que el hombre es bueno por naturaleza, que
debía volver a la vida natural, a la vida agraria y que todos los deseos del hombre, si estaban
bien encaminados, conducirían al bien de la sociedad.
Su innovadora propuesta fueron los falansterios, que
consistían en cooperativas de producción y consumo, dirigidas por un omniarca, se autoabastecían, carecían de vínculos con
el gobierno y la propiedad privada quedaría repartida. Estas
pequeñas comunidades, de aproximadamente unos 100.000 acres de tierra
periférica, crearían lentamente un cambio en las estructuras sociales. Los
miembros de los falansterios compartirían todo lo producido, cada uno escogería
tanto su forma de vida como la actividad que desarrollaría; por lo que el trabajo
pasaría de ser una obligación a ser un placer.
La educación vocacional desde la edad temprana tendría
por objeto la definición del trabajo. Fourier determinó la cantidad exacta de
falansterios que deberían existir en el mundo: unos 2.985.984. Su visión lo
llevó, no sólo a pormenorizar las grandes obras que el hombre realizaría en la
tierra, sino también a describir la vida de habitantes de otros planetas.
Algunos de sus discípulos, como Albert Brisbane, Horace
Greely y Hugh Doherty, aprovecharon lo que de posible contenía su doctrina y
otros como Godin, en Suiza, con su
"familisterio", realizaron experimentos fourieristas. El francés
Victor Considérant, quien probablemente tuvo alguna influencia sobre Marx, tomó
el garantismo como un antecedente del moderno derecho al trabajo. No sólo en
Francia se sintió la influencia de las ideas de Fourier, sino que también, en
México y los Estados Unidos, entre los años 1841 y 1844 fueron fundados unos 40
falansterios.
Robert Owen (1771-1858) era un próspero industrial
inglés dedicado a los textiles y, puede señalarse, como uno de los utópicos que
llevó a cabo algunas de sus ideas.
En 1800, se estableció en New Lanark (Inglaterra) y
allí, no sólo se dedicó a la producción, sino que también se interesó por el
desarrollo y el bienestar de sus empleados. Owen abrió tiendas en donde los
obreros podían adquirir las mercancías a bajos precios, fundó escuelas para sus
hijos, construyó viviendas higiénicas e instauró comedores en las fábricas.
Creía en la educación y en la formación; se basaba en
la idea de que sin prosperidad y abundancia no se podía mejorar las condiciones
de vida y que los obreros, una vez integrados a este sistema, incluso,
corresponderían con un aumento de la producción.
Al igual que Fourier, creía en las pequeñas
comunidades, las cuales al alcanzar el éxito promoverían un cambio pacífico en
las estructuras sociales existentes.
Al enfrentarse a la realidad, radicalizó sus ideas en
su obra El Sistema Social de 1821, en
la que hizo proposiciones comunistas.
A pesar de que logró demostrar la viabilidad de algunas
de sus ideas, Owen fracasó, ya que la mentalidad de los obreros no respondió a
las nuevas condiciones y, por otra parte, los empresarios e industriales que
estaban a su alrededor se vieron afectados económicamente y conspiraron en su
contra; especialmente no enviándole materia prima para que sus industrias
funcionaran.
Owen buscó en América el lugar adecuado para la
realización de sus ideales, en Indiana fundó la sociedad Nueva Armonía, la cual
también fracasó.
Al regresar a Inglaterra, y, gracias a los adelantos
del movimiento sindical, Owen pudo ver el éxito de sus ideas y se colocó a la
cabeza del movimiento. Hacia 1833 fundó la Grand Consolidated Trades Union, la cual
constituyó el origen de los sindicatos ingleses; así mismo se le considera el
padre del cooperativismo.
Otros pensadores
Pierre Joseph Proudhon (1809-1865) quien despreciaba a
los constructores de sueños; en sus
obras El Principio Federativo y ¿Qué es la Propiedad? sostenía que
"la propiedad es un robo" y surgía
del derecho de los más fuertes. A pesar de esta idea
exhibía una actitud semejante a los anteriores con respecto a la
propiedad privada, pues lo que realmente combatió fue el abuso que de ella se
hacía.
Criticó a la democracia, desconfió del Estado y de la
centralización; pero a pesar de esto, reconoció la necesidad de una legislación
que garantizara las bases de su sistema.
Consideraba la familia como un grupo patriarcal, en
cuyo seno y no en las asociaciones se
encontraría la solución a los graves problemas sociales de la época.
El Estado debería
establecer créditos gratuitos para que así el trabajo y no la propiedad
fuese la única fuente de riqueza. Propuso la asociación mutualista o Banco del
Pueblo, la cual se basaba en agrupaciones de productores y consumidores para
establecer lo que él denominó “el cambio mutuo’’, es decir, el intercambio y
sostuvo la necesidad de una reforma del aprendizaje.
Fue contrario a la Iglesia católica y al nuevo
cristianismo de los sansimonianos. Criticó duramente a la Iglesia en su obra La Justicia en la Revolución y en la
Iglesia, publicada en 1858; sin embargo, no negó a Dios y pensaba que la
religión debería ser un asunto estrictamente personal.
Defendió la libertad, la solidaridad y el solidarismo y
se le considera como una de las fuentes del anarquismo.
Su influjo fue determinante en los acontecimientos de
1830 y 1848. Durante la década de 1850 al 60 dominó la sección francesa de la
AIT (Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional.
Louis Blanc (1811-1882) Su habilidad periodística hizo
que pudiese tomar las ideas de otros autores y hacerlas llegar de manera más
claras ante el gran público, en su obra La
Organización del Trabajo, publicada en 1841.
Para él, el mayor de los males que aquejaban a la
sociedad estaba constituido por la competencia. Proponía como solución la
organización de talleres comunes de trabajo.
Los talleres fracasaron ante el empuje conservador, no
sin dejar como respuesta algunas insurrecciones populares.
Entre otros pensadores que realizaron algunas
contribuciones parciales al pensamiento utópico, podemos señalar a Edward
Bellamy con su obra Looking Backward,
Auguste Blanqui, y Etienne Cavet, quien en 1840, y bajo la influencia de los
Carbonarios italianos y de las ideas de Owen, publicó Viaje a Icaria, cuyos postulados trataron de llevarse a cabo en
1848, con un intento de establecer, una
comunidad en Texas (aunque realmente se estableció en Illinois), no pudo
alcanzar el modelo previsto y el mismo Cavet la abandonó. Este experimento, fracasó en 1895.
Socialismo, el paraíso terrenal 01
No podemos omitir a Flora Tristán (1803-1844), quien se
consideraba como mujer socialista y obrera feminista feminismo, a fines del
siglo XIX ocupó un lugar dentro de los pensadores socialistas. Su obra más
conocida es Las peregrinaciones de una
paria, publicada en 1838, anio más tarde, en 1843, publicó el folleto La Union
Ouvrière en el que, al final, plantea los siguientes argumentos:
1.
Constituir la clase obrera mediante una unión estrecha, sólida e indisoluble.
2. Hacer que la clase obrera esté representada
ante la nación por un Defensor elegido por los sindicatos obreros y
pagado por ellos a fin de que quede bien establecido que esta clase tiene su derecho
de existencia, y que las demás clases aceptan este derecho.
3. Protestar en nombre de este derecho, contra
usurpaciones y privilegios.
4. Asegurar el reconocimiento de la
legitimidad de la propiedad de los brazos (de la propiété de bras). En
Francia 25 millones de trabajadores no tienen más que la propiedad de sus
brazos.
5. Asegurar el reconocimiento de que es
legítimo el derecho al trabajo para todos, tanto hombre como mujer.
6. Examinar las posibilidades de la organización
de los trabajadores dentro de la situación social existente.
7. Levantar en todos los departamentos palacios
de la unión de trabajadores, en los cuales los hijos de los obreros
recibirían instrucción tanto intelectual como técnica, y en los cuales se
admitirían trabajadores y trabajadoras víctimas de accidentes de trabajo y a
los enfermos y a los ancianos.
8. Reconocer la necesidad urgente de dar a las
mujeres del pueblo una educación moral, intelectual y técnica, a fin de que
ellas puedan llegar a ser el influjo que moralice a sus hombres.
9. Reconocer, en principio, la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres como único medio de establecer la unidad
humana.
Puedes completar estos datos en el
libro La llamada Revolución Industrial.
Para
saber más:
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